La Tintilla, un tesoro bien guardado en los viñedos de la provincia de Cádiz, es nuestra variedad autóctona más señera.
Las primeras noticias que se tienen de esta uva datan del siglo XVII. En el Ensayo sobre las variedades de la vid común que vegetan en Andalucía publicado por Simón de Roxas Clemente en el 1807 se catalogaba esta variedad andaluza. En el siglo XIX se vivió un gran auge de la misma en la zona y se elaboraban dos tipos de vinos concretos: un tinto seco, como el que ahora se comienza a elaborar por algunas de las bodegas gaditanas y otro vino dulce, conseguido de la mezcla del mosto de la Tintilla fermentado con arrope –reducción por cocción del mosto de la uva–. Estos vinos eran muy apreciados en Europa y prácticamente se exportaban en su totalidad a mercados selectos. Esta variedad perduró hasta la llegada de la filoxera a principios del siglo XIX, que, prácticamente, la hizo desaparecer.
La Tintilla es una cepa de brotación y maduración tardía, de porte erguido y producción pequeña. Los mejores suelos para su plantación son los arenosos y los barros. Las uvas son pequeñas, esféricas y de color azulado oscuro a negro, de racimo pequeño. De bajo rendimiento en mosto, con alto contenido en azúcares y mediana acidez.
La recuperación de la Tintilla, una realidad
Uno de los objetivos de Sancha Pérez desde nuestros inicios fue el de recuperar los cultivos del olivo y la vid en la zona y, entre las variedades de uva, apostar especialmente por la recuperación de la Tintilla para poder disfrutar de esta reliquia enológica como algo nuevo y distinto al resto de vinos.
Por toda esto, en Sancha Pérez estamos muy satisfechos con el lanzamiento de nuestro monovarietal ‘Tintilla’ un vino ecológico con 12 meses de envejecimiento en barrica de roble, muy fresco, potente y equilibrado.
Es nuestro deseo que se convierta en seña de identidad de nuestra bodega y de nuestros pueblos de la Comarca de la Janda, zona donde estuvo anclada hace más de dos siglos.
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